lunes, 20 de junio de 2011

Nocturno ll

Avanza esta noche espesa, difícil de digerir en soledad. Los colores soñados de ayer no encuentran hoy, sitio donde manifestarse, donde desplegar esos destellos fabuleros que calman. Una sombra huérfana corre por las calles abandonadas de esta vieja ciudad sin dueño. Los animales nocturnos huyen de un presagio apocalíptico y hasta trémulos los fantasmas engullen los sonidos de la noche y se diluyen en la nada, al doblar la esquina.
Desde la ventana alta de mi habitación soy testigo de la gesta, adivino el espectáculo macabro, con la certeza de un miedo inmenso que no permitirá conciliar hoy, ni un solo sueño inocente.
¿Cómo hacer para no caer en el embrujo de esta noche siniestra y larga? ¿Cómo olvidar la historia narrada a través del cristal? Si al amparo del silencio noctámbulo sobrevive la siniestra espera de un cuerpo resignado para sacrificar.
Ante el final anunciado / una posible salvación. Solo un camino que, aunque incierto ahora, promete al final, el anhelado exterminio de las manifestaciones amenazantes de esta realidad - mediocre y asfixiante - de cada dia. El arribo a su imagen divina, refugio y oasis donde descansar al fin, adormilado y seguro en el manto de dulzura que persigo durante el día...
pero que solo podré alcanzar y acariciar tibiamente, en noches como esta.

Conversaciones con el Duende

Juguemos con las palabras - me dijo el duende - no te detengas a pensar, y no se vale corregir.
La invitación sonó a desafío, pensé, y un guante blanco me abofeteó en la izquierda, y desapareció. Una sonrisa ahogada delató al duende, que cayó en redondo, sin tiempo de arrojar un ancla, sin poder impedir la caída de una flor. El mar se detuvo en la orilla, sin ánimo de avanzar. Un nombre tallado en la arena, saudade, se puso de pie, y se arrodilló. Frente al océano infinito él también calló sus culpas, mientras el horizonte lejano alzó una línea al cielo y señaló. Nubes con rostros tuyos, llovían en deseos pasados, poblando un suelo virgen sin tiempo recobrado. Cesó súbitamente el aguacero, y todos los senderos fueron borrados de la faz de la tierra. En un desierto sin nombre, una semilla al viento no arribará en flor. Las piedras ríen muy lento, el tiempo espera para actuar que se descifre el grano de arena. ¿En verdad cabe un mundo en la palma de esta mano? Cabe también, en un suspiro final, al contemplar un río en silencio desde la altura del último puente. Los duendes pueden volar, y esa es su desventaja. Si existe grandeza en la altura, reside en la imposibilidad de permanecer allí.. Hay otoño en la caída, y toda compañía hoy viene con vencimiento oscuro. Los ocres resaltan el paisaje, anidan en la espada, y oxidan los huesos y las naves. Una mano sobre la otra dan cuerda al reloj. Un viaje espera por ti, detenido en el muelle.

viernes, 17 de junio de 2011

Un Final

Para cuando leas esta líneas, yo ya estaré muerto. Tu presencia tibia y sin magia me asesinó. Mírate al espejo. Reconoce tu mano asesina, tu palabra sin compromiso y tu in-acción. Contaminaste con tus miedos el aire dulce que compartimos, y tu mediocridad en la lucha llenó de piedras el sendero; fuiste susurro, ocaso y atardecer. Mientras ocultas sin vergüenza tus sucias garras y te salvas, en este puente abandonado, mi resignación, por fin, se encuentra a gusto. Por debajo de pies cansado, la corriente de este río infernal y eterno, arrastrará hasta el final, los restos de este sueño casi muerto.

jueves, 16 de junio de 2011

La Ignoriancia y la Felicidad

La ignorancia trae felicidad

“¿Fue el frío lo que me despertó esa noche? ¿O el penetrante olor nauseabundo que me asfixiaba?
No puedo recordar, y tampoco importa ya.
Había perseguido tu rastro por toda la ciudad, y no fuí capaz de alcanzarte. Tu fugitiva sombra enseguida se convirtió en fantasma de ayer.
A mi me alcanzó la noche, y me encerró en un rincón del andén. Sobre un colchón de cartones y periódicos húmedos, observaba la negrura del cielo, y el guiño cómplice de alguna estrella que estaba de mi parte. El resto, miraba hacia otro lado.
Con mirada abandonada busqué refugio en el silencio de la luna, una respuesta, y ella, enternecida, me acarició.
No recuerdo si me quedé dormido al instante, o fue el canto de un gorrión.
Tal vez te soñé dormido, tal vez llegaste junto a mi.
Apareciste silenciosa y etérea, toda una imagen de mi salvación. Me tendiste la mano, y una sonrisa, y logré incorporarme frente a ti. Mi cuerpo, cansado del tiempo, se estremeció al descubrir tu presencia. Adivinaste mis sentimientos, y mi carencia, y sin decir nada avanzaste hacia mi.
Tu silencio lo decía todo, y asustado te seguí hasta un banco abandonado. El vacío era total y siniestro, en la noche, y en la estación.
Recuerdo, eso si, que sobraban las palabras, y no nos dijimos nada; no hubo mas necesidad, que mirarnos a los ojos. Algo se escapó de mis adentro, y saltó dentro de ti. Luego de un recorrido fugaz por tu ser, ese rayo de luz volvió a mi.
Quise decir algo, pero no encontré los sonidos. Sobraba la pregunta.
El tren silbó tu nombre, y tu te caminaste hacia él. Un dedo tierno tuyo acallaba mis labios, y las lágrimas ardientes, brotaban hacia adentro. Con tristeza infinita, vi como te alejabas, mientras resonaba en mí el eco de nuestras últimas palabras de ayer.
¿¿Qué haremos ahora??
Algo se nos ocurrirá...
No recuerdo si esa noche me dijiste hacia donde ibas, o solamente huías. Yo tampoco supe cómo preguntar.
Ignoro tu siguiente paso, y soy incapaz de planear el mío. Ante la certeza del re-encuentro, poco importan ya los detalles del camino.
Y esta, así de simple, es nuestra gran felicidad de hoy.

Una visión, Frente al Mar

A orillas del mar, sentó su inmensa tristeza, y calló. La noche cerrada intimidaba con su silencio, pero él, ni siquiera pudo ensayar un temblor. Sin nada más que perder, intentó, en vano, descifrar un mensaje revelador en las estrellas; pero ellas también, indiferentes, le dieron la espalda. La soledad se hizo infinita esa noche y lo cubrió hasta el ahogo. Tan incómoda como una pegajosa prenda en verano, a la hora de la siesta. Un sueño abandonado cayó sobre él, como una lluvia de cenizas, y reclamó su historia perdida. Ante la contundencia del momento, no encontró argumento que lo justifique. Del mar surgió un grito de guerra, y las aguas avanzaron amenazantes. Despertó un fantasma en la espuma y la luna un rostro precioso bajó, y le prestó. De pie frente a él, y al amparo de una pausa en el tiempo, se entabló el diálogo entre sus miradas. Y en el reflejo de sus penas encontró el mensaje soñado. Antes de que la espuma se volviera espuma, y el mar retorne a su inmensidad, reconoció en la superficie una sonrisa aprobatoria que lo invitaba a seguir. Una fuerza interior, profunda y nueva lo empujó sobre sus pasos. Pleno de voluntad renovada, retomó una vez más el camino del guerrero.

Un Camino

La pluma corre mas rápido que mis pensamientos, y mis sueños llegan detrás. Mis pasos, al igual que mis elecciones, no siguen lógica alguna, y zizagean sin preocuparse en el trayecto, ni la orientación. Lo mismo bajo hacia un valle siguiendo la pista del rocío de la mañana, como me sumerjo en mares sin nombre solo por apreciar como muta mi cuerpo sin tiempo ,para seguir respirando. Al salir del agua en la siguiente orilla, puede que la noche haya caído ya, y cinco estrellas azules intenten contarme algo. Un viento oscuro traduce la historia, y la susurra al odio. Pero yo prefiero continuar improvisando el trayecto, y me hundo en la espesura de la selva, deslizándome sobre una enorme hoja de parra, a 15 centímetros del suelo.
Mi movimiento es penetrante, y la mirada también. El bosque se abre en dos planos verticales, dejando en el centro, un pasillo místico y recto. Sin miedo ni lenguaje, avanzó decidido.
Una voz interior habla, entona un idioma destruido hace mucho tiempo. Incapaz de reproducirlo, si comprendo el sentido, y converso con la fauna. La tierra me reconoce, y me nombra hermano, aplauden las ramas mas altas de los árboles, y animales de otra mitología me ofrendan su fruto.
Se completa de esta manera el ritual, y la magia sagrada de la primera canción comienza a entonar los acordes prohibidos, la melodía única. La tierra entera danza, y su giro varía imperceptiblemente, sin marear los cuerpos, ni rebasar los vasos. El aire se llena de música y mística que no asfixia; la vida misma se respira con facilidad y alegría. Las coordenadas se esfuman ahora, y sería incapaz de reproducir el atajo. La sensación de que todo camino conduce a este rincón es contundente, y genera esta entrega total, este desvanecimiento. Algo de lo de adentro desborda los límites del cuerpo y de la conciencia. El sentimiento de pertenencia es universal y lo cubre todo, lo es todo... es el todo. Me embriaga el mensaje y caigo sin caída, sin miedo ni valentía, sin cobardía ni valor. Un bálsamo de frescura infinita baña mi rostro, como una tierna caricia de madre, y despierto pausadamente. Aquel mundo revelado, ya no puedo dejar atrás, ni disimularlo. Aquello que desbordó ahora dicta el camino,  la palabra sublime, el verso justo, el eco ardiente.
La pluma retorna con calma, y el sueño se vuelve verdad. El verso traza el camino, y aporta luz a la caverna. Tanto adentro como afuera, el día se vuelve día, y noche se vuelve la noche.

miércoles, 15 de junio de 2011

Bajo otra Lluvia

Detrás del cristal, afuera, el cielo parece, se parte en dos. Desde algún rincón de la noche, llega un grito ahogado, un aullido fantasma. Agazapado a la vuelta de la esquina, alguien espera por el golpe triunfal. Pero esta noche no bajaré. Antes de que los barrios bajos se inunden de húmedos presagios, llegará por fin la salvación; el roce de una sombra alargada de un beso inmortal, bajo una lluvia de ayer.

miércoles, 8 de junio de 2011

INVICTUS



Fuera de la noche que me cubre,
Negra como el abismo de polo a polo,
Agradezco a cualquier dios que pueda existir
Por mi alma inconquistable.

En las feroces garras de la circunstancia
Ni me he estremecido ni he llorado en voz alta.
Bajo los golpes de la suerte
Mi cabeza sangra, pero no se inclina.

Más allá de este lugar de furia y lágrimas
Es inminente el Horror de la sombra,
Y sin embargo la amenaza de los años
Me encuentra y me encontrará sin miedo.

No importa cuán estrecha sea la puerta,

Cuán cargada de castigos la sentencia.

Soy el amo de mi destino:

Soy el capitán de mi alma.

***


Poema breve escrito desde la cama de un hospital, en 1875, por el poeta inglés William Ernest Henley (1849–1903), e incluido en su último libro (justamente)"In Hospital". Poema que Nelson Mandela se recitaba a sí mismo cuando llegaban los momentos peores a lo largo de su terrible cautiverio en prisiones sudafricanas por su lucha contra el racismo y el apartheid.

Una Cama Vacía

Esa noche tardó horas en quedarse dormido. En la otra cama, a su derecha, su compañero de habitación no cesaba de gemir. Lo había escuchado así durante todo el día. Por momentos hasta había sentido lástima del pobre viejito, algo de compasión, y hasta tres veces había llamado él mismo a las enfermeras para avisarles de sus quejidos, temiendo a veces, lo peor.
Pero por momentos llegó, sin embargo, a avergonzarse de sus míseros pensamientos, ante una enfermedad terminal como la del viejo. Y, aunque le incomodaban esas manifestaciones de dolor del enfermo, creía que no eran sinceras y, que en el fondo, el viejo solo intentaba llamar la atención.
En otros momentos, llegó hasta alegrarse de que, aunque enfermo e internado también, él estaba en mejores condiciones de salud que su compañero de habitación; y esto era evidente. Pero también se avergonzaba ahora de haber pensado así.
Lo dicho, esa noche, mareado de tantas deliberaciones internas, tardó mucho tiempo en quedarse dormido. Cuando se despertó, en la mañana, la otra cama, frente a él, estaba ya vacía.

La Palabra Arriesgada

Palabra es la primer palabra. Un impulso que explota, compone la primer linea. Un poema es, en definitiva, una jugada arriesgada. E incapaz, a veces, el verso, de transmitir lo que siento; ese festival de besos tuyos que danza en mi interior. Una música sin tiempo, jamás oída, y jamás bailada. Acordes que interpretan a la perfección, mis ganas de ti. Sobre la llama eterna giramos, de la mano, tu y yo. Fundidos en un tacto divino, y mientras una rosa niña refleja la cara mas melancólica de la luna, una sombra de locura triste engulle, en silencio, esta noche ideal. Pausado el instante, los dioses discuten la jugada. Aturdida su atención en el ritmo de nuestros pasos, caen impotentes ante la huella de un soñador. Ante el anhelo de aquellos que trabajan por el ocaso de una llama viviente, el refugio sigue siendo permanecer, habitar en la magia. Perpetuar la mística, aun sin la promesa de una salvación.