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miércoles, 12 de septiembre de 2012

Cicatrices


¿Quién soltó la palabra maldita?, infectando el aire de esta tormenta asesina, y mutilando así, el largo sueño de los débiles. ¿Cuál es el atajo siniestro que descubrieron los malditos para llegar, de una sola mordida, a rasgar el corazón? ¿Cómo puede un puñado de palabras, arrojadas al azar tanto tiempo atrás, habitar en el silencio, agazapadas en la grieta hasta el día de hoy, y retornar en verso, convertidas ya en este temido sangrado sublime? ¿Cómo se salvará esta herida, si nunca ensayé la lucha? Desandar los pasos lleva hacia adelante, y retomar el camino es una provocación temeraria de alterar un giro, y desafiar lo escrito. 
El verso calla, y el poema queda en blanco... pero sus huellas se vuelven cicatrices, cada vez más profundas.  

jueves, 23 de febrero de 2012

Por donde pasa la noche mía...



"Por donde pasa la noche mía... me encontraste en aquella esquina, y ya no pude soltarme de vos. Fue en la hora última de aquel crepúsculo / de aquella tarde, y de aquel verano, que te cruzaste pateando piedras en mi camino, y fue en esa hora tan tardía del verano, cuando los pasos de los amantes comienzan a languidecer / y la agonía improbable del sol retumba irreverente por los rincones de la tarde, y sólo fue un instante hermoso -ya lo sé- que pareció tan infinito, y las horas ya estaban muertas, y mis pies eran tan cansados, cuando llegaste vos con tus ojos tristes, y te plantaste en silencio delante de mío, con tu sonrisa semejante, y tu mirada tan promesa, ¿y si  fue en una broma empecinada del destino? ¿o en una guasa distraída, que equivocó su caribe? porque nuestro mar nunca fue muy esmeralda, y nuestro verano no tiene palmeras, y nuestra arena que aún esconde huellas, que son las tuyas, y son las mías, y las de esa tarde nuestra, que se hundió en la orilla / cuando la última luna del verano se reflejó en tus ojos, y la brisa era tan nostalgia sobre el mar, y sobre nosotros, y por donde ahora pasa esta larga noche mía...
y la noche siempre se pasa de nostalgias, y de brisas de vos, de huellas que sobrevivieron diez veranos, y que se tranformaron en este amor, que nunca supo de arenas blandas, ni de los presagios de tus caricias, las que llegaron a enloquecer mi rostro, y a enardecer mi piel prohibida, y en tantas noches que fueron cielo, bajo tantas lunas que fueron nuestras / y tal vez fue el conjuro de una estrella infiel, la que confabuló el secreto, o el misterio último que encondían tus palabras, como una herida en el destino, o en la nostalgia de esos puertos nuevos, que te arrancarían de mi lado, y de mis venas, y me condenarían cada verano a contemplar el mismo mar, sentada al borde de esta orilla en sombras, por donde pasa la noche mía..
una noche que cada noche fue más noche mía, y más larga, y más triste, y más lejos de tus caricias, que tardé tanto en aprender a no esperarte, porque una brisa nunca olvida, ni la noche larga, ni la estrella pérfida, ni los nombres que se escriben en las orillas, que son huellas que van más allá del mar, y te hieren como una noche larga, y no es niguna broma, como el beso de aquel verano, o ese roce maldito tuyo / que me dejó amarrada a vos, y a esta nostalgia de labios conocidos tuyos, que ahora beben de otro mar, y duermen bajo otra luna, y me dejan esta noche sin estrellas, abandonada y fría, a la sombra de tu mirada, por donde pasa la noche mía..."

A.G.Leão, "EL Sueño de Lagarde"


sábado, 20 de agosto de 2011

Señales (II)

“Y se dice que la princesa descendió al Reino de su Padre. Y que ahí reinó con justicia y bondad, por muchos siglos. Y que dejo tras de sí, pequeñas huellas de su paso por el mundo, visibles solo para aquel que sepa donde mirar.”

"El Laberinto del Fauno" (Última frase del Guión)

viernes, 5 de agosto de 2011

Con pies descalzos.

La sangre que sangro, calla,
cae en silencio,
y no dice nada.
Esas huellas en el fango pueden
contar mi historia.
Descalza-te esos zapatos
de cemento y ruinas...
Prueba-te mis pasos suaves
y baila
con los pies descalzos.