jueves, 26 de julio de 2012

Nocturno rabioso

"...Algunas veces en la noche, hay rostros de doncellas que hieren con espadas de dulzura. Nos alejamos, y el alma nos queda entenebrecida y sola como después de una fiesta [...] se fueron y no sabemos más de ellas, y sin embargo nos acompañaron una noche teniendo la mirada fija en nuestros ojos inmóviles... y nosotros heridos con espadas de dulzura, pensamos cómo sería el amor de esas mujeres [...]

Pensamos cómo inclinarían la cabeza hacia nosotros para dejar en dirección al cielo sus labios entreabiertos, cómo dejarían desmayarse del deseo sin desmentir la belleza del semblante un momento ideal [...] rostros en los que el deseo no desmiente la idealidad de un momento. ¿Cómo vienen a ocupar nuestras noches?

Yo me he estado horas continuas persiguiendo con los ojos la forma de una doncella que durante el día me dejó en los huesos ansiedad de amor".


Roberto Arlt, "El Juguete Rabioso"

martes, 24 de julio de 2012

Sueño y Vigilia


El poema no es otra cosa que un sueño
que se realiza en la vigilia.
El despertar es casi siempre
una desilusión”

T. Transtörmer



¿Es posible caer "enfermo de desilusión"? ¿Sufrir alguna patología asociada a un desencanto por lo cotidiano? Releo ambas preguntas y me acuerdo de Weber y de sus postulados filosóficos al respecto, de su famoso Disillusioned Realism. Pienso en aquellos que sólo logran ser felices en sus propios sueños; en la cama, mientras duermen, o durante el día, en esos momentos en que desearían habitar en la piel de otros; situaciones ambas por donde intentan evadirse del mundo que habitan, sin darse cuenta que es posible cambiar la realidad que los rodea y les transmite infelicidad, que no hace falta escapar de aquí, retirarse a soñar, o cambiar de mundo, sino alterar la percepción que de éste tenemos durante la vigilia, mientras estamos bien “despiertos”, y de esta manera, cambiar el mundo en que vivimos.

─¿Cómo?─preguntarán muchos.
─¡Muy fácil!─ responderán otros, si los primeros saben a quién preguntar.

Sólo es necesario, eso sí, cierto entrenamiento en el arte y el dominio de los sentidos; portal por donde ingresa en nuestro espíritu todo aquello que la realidad nos ofrece a diario, hasta lo más insignificante o rutinario, y que encierra el verdadero potencial del “sueño”, la materia de la cual están echos, ellos y nosotros; (Shakespeare: We are such stuff as dreams are made).

Como sentenció W. Blake, If the doors of perception were cleansed every thing would appear to man as it is, infinite” (Si las puertas de la percepción fueran abiertas, cada cosa se le aparecería al hombre tal cual es, infinita). Entonces, ¿por qué limitar y desperdiciar esa capacidad de percepción que poseemos, esa posibilidad de contemplar la realidad de manera “limpia”, tal cual es?¿por qué practicarla sólo durante unos fugaces instantes de nuestro día, o entregarnos a ella sólo en las noches, al sumergirnos bajo las sábanas?

Debemos ser consientes de esta capacidad de “soñar” despiertos, de transformar la vigilia en el mundo de nuestros sueños; saber que es posible llevarla a cabo en cada instante de nuestra humana y acotada existencia, aniquilando así aquella desdicha que provoca el desencanto de la realidad, esa desilusión que surge sólo cuando lo que percibimos ─a través de nuestra mirada “ciega” o mal entrenada o de nuestros sentidos adormecidos─ no se corresponde con lo que soñamos y deseamos vivir.

Sólo de la ilusión puede surgir la desilusión, dice un viejo proverbio indio. R. Kiplyng matiza en su novela “Kim”: Todo deseo es ilusión y una ligadura más que nos ata a la rueda.

Concluyendo; no puede ser saludable para ningún espíritu humano vivir sumergido en una amargura existencial, provocada por la eterna desilusión que suscita la falta de concordancia entre los deseado, por un lado, y lo vivido día a día, por el otro. Este desencanto puede ser darse, principalmente, por dos motivos: por desear lo ilusorio, víctimas de la manipulación de los deseos por parte los grandes “marketineros” actuales (maestros en el arte de “inventar” deseos o necesidades y, por lo tanto, conductas, obsesiones, y, en definitiva, enfermedades), o por el desconocimiento de las posibilidades de resolver esa sensación de vacío por medio del entrenamiento de nuestras capacidades, de nuestros sentidos, para abrir las puertas de nuestra percepción, dejando entrar la realidad tal cual es, íntegra y total, Universal, e infinita.

Soñar en la vigilia, sin la necesidad de escribir el poema; con sólo sentirlo basta para disolver la angustia y el vacío. Extender lo soñado hasta más allá de la vigilia, hasta rozar el límite mismo del otro sueño, al borde de la cama. Ir transformando lentamente lo cotidiano, la vida, en una fantasía maravillosa y larga, hasta que llegue, sin darnos cuenta siquiera, de día (o  en la noche), el instante final del sueño eterno.

miércoles, 11 de julio de 2012

Carpe Diem

"...dum loquimur,
fugerit invida aetas:
carpe diem,
quam minimum credula postero."



"No busques el final que a ti o a mí nos tienen reservado los dioses (que por otra parte es sacrilegio saberlo), oh Leuconoé, y no te dediques a investigar los cálculos de los astrólogos babilonios. ¡Vale más sufrir lo que sea! Puede ser que Júpiter te conceda varios inviernos, o puede ser que éste, que ahora golpea al mar Tirreno contra las rocas de los acantilados, sea el último; pero tú has de ser sabia, y, mientras, filtra el vino y olvídate del breve tiempo que queda amparándote en la larga esperanza. Mientras estamos hablando, he aquí que el tiempo, envidioso, se nos escapa: aprovecha el día de hoy, y no pongas de ninguna manera tu fe ni tu esperanza en el día de mañana."

Horacio, 65 A.C. - 8 A.C.

martes, 10 de julio de 2012

Gold-hatted

"Entonces ponte el sombrero dorado, si con eso la conmueves;
Si eres capaz de rebotar alto, hazlo por ella también,
Hasta que grite: “Amante, amante de sombrero dorado,
de rebote alto,
¡Tienes que ser mío!”


TOMAS PARKE D'INVILLIERS, "Then Wear the Gold Hat."
The Great Gatsby

sábado, 7 de julio de 2012

Me naufragio en tu recuerdo


"Me naufragio en tu recuerdo... en aquellos mares olvidados y en los puertos tan llorados, con lágrimas que desbordan esos mismos mares, esos viejos mares que desbordan estos ojos ciegos; pobres ojos tontos que ya están secos y rojos de buscarte, por las noches, entre las cajas de fotos secas que duermen debajo de esta cama, y que son la materia triste de mis sueños, y el preámbulo más sombrío de mis peores siempre pesadillas, cuando mi cama es sólo un llanto, y la luna es un aullido tarde, y se me sube la marea, y yo, aturdido, me naufragio en tu recuerdo...
y pienso entonces en esos mares que nunca llegan a buen puerto, y en nosotros, y tanto amante suelto, cayendo, y vaciando el mar en llanto, revolviendo puertos, mordiendo ese aire tan salado, el sabor frío y lacerante de los recuerdo mal paridos, como una traición en cada orilla, y un naufragio en tu recuerdo...
y pensar que te creía ciegamente..  mi terror de siempre adormecido en la luz tenue de tu faro suave, y en la promesa de un no-naufragio juntos, cuando arriesgamos la primer brazada, y cada beso era una orilla, y en aquellas noches pobladas de estrellas de mar, cuando mi andar era tan sirena, y tu canto tan palabra... y es por eso que duele tanto, porque hoy sólo quedan fotos viejas, y las fotos son tan silencio, que ni llegan a ser eco, y se engullen la luz del faro, y no me salvan en esta noche, cuando tiemblo, en el naufragio en tu recuerdo...
y me invento - a veces - otras noches largas, para no llorarte siempre estos mares tan fatales, y charlo tiernamente con las caracolas del jardín, las que cargamos aquella tarde, y ellas también aún se acuerdan de tu promesa al viento, de tu canto tan palabra, y de mis sueños de sirena, y aquella tenue luz del faro, y de la noche del naufragio, cuando te llevaste todo el mar, y me dejaste esta inmensa noche, una orilla llena de miedo, y un puerto triste sin esperas...
y quemar las cartas no sirvió de nada, ni tus besos, ni las naves... tal vez tragué demasiado mar, y ya no estás para abrazarme, y entre tanto miedo brotó un silencio...  y una vez escuché una voz de vos, que tenía el eco de tus ojos lindos, y ese canto tuyo tan palabra; pero la noche era tan cerrada, y ya no se veía ninguna orilla, que huí del mar mordiendo arena, y desperté llorando entre mis sábanas; bajo la cama las cajas siguen, y cada rostro es silenciado, y la noche es implacable, como el mar, o como el puerto, y yo, con entre tus ausencias, me naufragio en tu recuerdo."

A.G.Leão, "EL Sueño de Lagarde"

viernes, 6 de julio de 2012

El Innombrable

"¿Dónde ahora? ¿Cuándo ahora? ¿Quién ahora? Sin preguntármelo. Decir yo. Sin pensarlo. Llamar a esto preguntas, hipótesis. Ir adelante, llamar a esto adelante..."

"El Innombrable", S. Beckett

jueves, 5 de julio de 2012

¿Dónde está, oh poesía, tu aguijón?


¿Dónde está, oh poesía,
tu aguijón?

¿Vendrán tus gélidos labios
a cobrarse su último beso?


Caen
los párpados suicidas
y la noche,
oh sombrío remanso,
se reserva un misterio nuevo
para este último sueño.

miércoles, 4 de julio de 2012

Muerte no seas soberbia...


Muerte no seas soberbia porque tú no eres así,
aunque algunos te han llamado temible y poderosa,
puesto que, aquellos a quienes tú piensas has derrocado,
no mueren, pobre muerte, ni siquiera puedes tú matarme.
Del descanso y del sueño, que sólo tus imágenes son,
gran placer, entonces de ti, mucho más debe fluir,
y tarde o temprano nuestros mejores hombres van contigo,
los restos de sus huesos, y la salvación de sus almas.
Tú eres esclava del Destino, Azar, reyes y hombres desesperados,
y con veneno, crueldad y enfermedad moras,
y fetiches o encantos también pueden hacernos dormir,
y mejor aún tu caricia; ¿por qué presumes, entonces?
Pasado un corto sueño, despertamos a la eternidad,
y la muerte ya nunca será; muerte, tú morirás.

John Donne , "Poemas Divinos"
(Londres, c.1572-1631)

domingo, 1 de julio de 2012

"(...) Otro día gris en la gran ciudad..." (fragmento)


"(...) Otro día gris en la gran ciudad. El sonido húmedo que se colaba a través del cristal parecía proceder de una lluvia lejana, de otro tiempo. O tal vez solo fuera él, el que se encontraba tan distante de ahí. Optó por sentarse en el sofá y contemplar hacia la ventana, expectante y silencioso; por si de un momento a otro se le ocurría regresar. Pero lo único que era capaz de divisar más allá del cristal, era una incontable cantidad de húmidas dagas que venían a cercenar sin piedad los hilos invisibles que movían sobre las tablas las piezas que él mismo iba escogiendo ─como en un ataque inoportuno de ablepsia─ para representar, en el teatro sombrío de su porvenir, el melancólico y profuso drama de su existencia. El día avanzaba, gris y amenazante, y él seguía ahí, sentado en primera fila; incapaz de voltear la mirada ciega y condenado a presenciar de cerca ─con la piel bien abierta y el alma partida en dos─ el ingobernable devenir de sus propias pesadillas; ese desfile fatídico de incertidumbres altaneras y eternos sueños inconclusos."

A.G.Leão, "EL Sueño de Lagarde"

Un trazo inconcluso


La imagen es la de una figura simple, torpe e inconclusa, pero acabada. El símbolo de una pasión, tal vez, cercenada con furia varias ausencias atrás; pero que arde ahora con el peligro declarado de una hoguera pérfida, eterna e infinita.

El trazo surge, en su origen, esperanzado y hacia arriba. Hacia la inmensidad de un horizonte cargado de cielos lejanos, inalcanzables pero posibles. Como un destello de voluntad ineludible, o la curva tempestuosa de una proclama urgente de amor desesperado.

Pero rápidamente, su vuelo de fe se ve interrumpido por algún obstáculo ladino que lo obliga a sucumbir, durante algunos sutiles instantes, hacia un abismo diáfano y nuevo; la "contra-cara" de todo aquello condenado a fracasar, ya por cobardía o por conveniencia... lo que suele ser lo mismo.

Y es aquí donde comienza el trazo su caída fatal. Suavizada y armónica al principio, guiada tan solo por el arrebatado empeño de una intención primitiva y lejana; esa angustiante, imperiosa y constante necesidad de “ella”.

Después de una noche agitada, el día parece amanecer claro y esperanzador. Pero sobre la montaña eterna el viento de la calamidad sopla fuerte esa mañana, y aviva el fuego sutil que domina el presagio; desestabiliza cualquier urgencia primera y destroza aquel trazo maldito, nacido con el pasado firme de toda incertidumbre bastarda y duradera<, trazo que se vuelve ahora tímido y entrecortado como un tartamudeo fatal y último; o como el eco lejano de una angustia que ya ha comenzado a superar su antiguo estado de presagio mortal y tierno.

Y es entonces, justo antes de chocar contra los bajos fondos de ese abismo personal, cuando la voluntad va menguando su fuerza inicial y la intención de una voz salvadora se va extinguiendo débilmente hasta desaparecer por completo en el limbo de una soledad (ahora) demasiado comprometida; a los pies de aquellas pobres almas desconocidas que (tal vez) nunca lleguen a compartir - ni vislumbrar siquiera-  la tenue, sutil, pero determinante intención de una frase insinuada sutilmente justo ahí, en los anales de dos miradas que se rozan al pasar, se muerden... y se pierden para siempre.