jueves, 16 de junio de 2011

La Ignoriancia y la Felicidad

La ignorancia trae felicidad

“¿Fue el frío lo que me despertó esa noche? ¿O el penetrante olor nauseabundo que me asfixiaba?
No puedo recordar, y tampoco importa ya.
Había perseguido tu rastro por toda la ciudad, y no fuí capaz de alcanzarte. Tu fugitiva sombra enseguida se convirtió en fantasma de ayer.
A mi me alcanzó la noche, y me encerró en un rincón del andén. Sobre un colchón de cartones y periódicos húmedos, observaba la negrura del cielo, y el guiño cómplice de alguna estrella que estaba de mi parte. El resto, miraba hacia otro lado.
Con mirada abandonada busqué refugio en el silencio de la luna, una respuesta, y ella, enternecida, me acarició.
No recuerdo si me quedé dormido al instante, o fue el canto de un gorrión.
Tal vez te soñé dormido, tal vez llegaste junto a mi.
Apareciste silenciosa y etérea, toda una imagen de mi salvación. Me tendiste la mano, y una sonrisa, y logré incorporarme frente a ti. Mi cuerpo, cansado del tiempo, se estremeció al descubrir tu presencia. Adivinaste mis sentimientos, y mi carencia, y sin decir nada avanzaste hacia mi.
Tu silencio lo decía todo, y asustado te seguí hasta un banco abandonado. El vacío era total y siniestro, en la noche, y en la estación.
Recuerdo, eso si, que sobraban las palabras, y no nos dijimos nada; no hubo mas necesidad, que mirarnos a los ojos. Algo se escapó de mis adentro, y saltó dentro de ti. Luego de un recorrido fugaz por tu ser, ese rayo de luz volvió a mi.
Quise decir algo, pero no encontré los sonidos. Sobraba la pregunta.
El tren silbó tu nombre, y tu te caminaste hacia él. Un dedo tierno tuyo acallaba mis labios, y las lágrimas ardientes, brotaban hacia adentro. Con tristeza infinita, vi como te alejabas, mientras resonaba en mí el eco de nuestras últimas palabras de ayer.
¿¿Qué haremos ahora??
Algo se nos ocurrirá...
No recuerdo si esa noche me dijiste hacia donde ibas, o solamente huías. Yo tampoco supe cómo preguntar.
Ignoro tu siguiente paso, y soy incapaz de planear el mío. Ante la certeza del re-encuentro, poco importan ya los detalles del camino.
Y esta, así de simple, es nuestra gran felicidad de hoy.

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